Hace unos días, después de una charla de esas que te llevan a mirar hacia adentro y hacerte buenas preguntas, he estado pensando mucho sobre el reconocimiento, la gratitud y la relación apreciativa con esta situación de pandemia.
En medio de lo difícil que esta realidad pueda resultar, con la montaña rusa de emociones y las pérdidas que a veces sentimos; los duelos y todo lo que implica estar viviendo esta realidad que llegó inesperadamente y que por momentos a mí me da la sensación de estar en una película de ficción, reconozco y agradezco que también ha llegado con una infinidad de regalos.
¿Qué nos está regalando este momento?
Empresarios, líderes, colaboradores, consultores… seres humanos, este es un momento histórico para abrir la mente, los ojos y el corazón y reconocer que nos está regalando una gran oportunidad; la de convertir los valores que pregonamos en los libros, en los planes estratégicos de las organizaciones, en las charlas, en los talleres y en nuestro propio discurso, en acciones concretas de cambio.
Convirtamos esta crisis en un regalo con sentido, en nuestro poder está la posibilidad de pasar del concepto de la solidaridad, la generosidad, la empatía, la honestidad a SER, seres que ayudan, que escuchan, que humildemente reciben el apoyo de otros, que piden, que ceden, que comprenden realidades, que aprenden, que tienen actos justos e innovadores, que empoderan y que acompañan a otros a hacerlo.
El poder de la escucha interna
A mí en particular me ha regalado la posibilidad de aprender algo nuevo cada día, incluso a veces cada instante. He aprendido a observar conscientemente mis emociones, mis estados de ánimo y a tratar de no juzgarme por ellos sino buscar entenderlos, abrazarlos y trascenderlos cuando me producen mal estar. He aprendido sobre la paciencia (tema que me reta y que esta situación me puso de frente). He aprendido sobre el valor del silencio, de la escucha y de la palabra justa.
Estoy aprendiendo sobre el poder de la tecnología y sus infinitas posibilidades para interactuar con los demás, para trabajar, para conversar, enseñar, facilitar, hacer coaching y mantener esa necesidad vital y tan humana que es la conexión. Aprendo de otros, de la sabiduría, generosidad y vulnerabilidad con que comparten sus conocimientos, herramientas, experiencias, sentires y vivencias profesionales y personales. Y este es otro gran regalo, conocer a tantas personas que de otra manera no sé si me hubiese encontrado.
Aprendo de mi cuando reconozco mis luces y sombras, cuando veo cada vez con menos dureza, lo que me moviliza y lo que me bloquea y siento genuinamente que valoro crecer y acompañar a otros a reconocerse a encontrarse, observarse y escucharse compasivamente.
Descubrir en el poder de la meditación la oportunidad de conocer mi mente y escuchar mis pensamientos me ha servido para ampliar la perspectiva de la vida y salir del modo miedo para entrar en el modo creación.
Nuevos encuentros de convivencia
Otro gran regalo ha sido el encuentro con la fuerza interna y la cantidad de recursos que observo en mi hijo. La convivencia con él me ha permitido conocerlo aún más en su yo profundo y ver la maestría con que se está gestionando, la disciplina y pasión con que se entrega a sus sueños y el amor y sabiduría para enfrentar sus miedos.
Está siendo increíble trabajar en equipo con él en lo cotidiano (la cocina, el mantenimiento de la casa, los momentos de ocio…) y en lo trascendente (los aprendizajes de vida, el manejo de las tensiones, la meditación, el auto cuidado, las conversaciones).
Otras maneras de conectar y hacer
En la dimensión laboral, son también múltiples los regalos que se convierten también en una invitación para mis coachees, para los líderes, para las organizaciones y empresas. Conectemos con el poder de activar la escucha y ser conscientes de nosotros mismos. La importancia de preguntarnos para qué hacemos las cosas y darle un sentido real a nuestro trabajo y a nuestro rol, el poder estar en servicio para otros, el valor de generar confianza desde las conversaciones humanas sobre cómo nos estamos sintiendo, el peso que tiene para una organización atrapar el corazón de sus empleados y contar con su compromiso para transitar juntos los momentos de crisis, apoyarse para mantener el sentido de la empresa y el sentido del trabajo.
Hoy creo que la buena vida, el buen futuro, el porvenir, se definen por quienes ESTAMOS SIENDO en el presente y cómo estamos viviendo nuestros valores.
¿Qué regalos puedes agradecer? ¿Cuáles son los que estás dispuesto a dar? ¿Quién ESTÁS SIENDO hoy contigo, como padre, como hijo, como líder, como empresario, como ciudadano, como habitante del mundo?
Maria Fernanda Cadavid – Coach – Consultora en Desarrollo Humano
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